Amon Hen
Nunca sabemos realmente la
fortaleza de nuestros ideales hasta que los llevamos al límite; hasta que
caminamos por el filo de la navaja intentando equilibrar nuestra vida con
nuestras pasiones, ilusiones y sueños.
Hay momentos en los que el
día a día se complica; en los que el trabajo parece salirse de las manos, las
horas no alcanzan y, fuera, una tormenta de mil demonios nos hace preguntarnos:
¿cómo voy a ir a entrenar caminando hasta el pueblo de al lado con lo que está
cayendo?
Y es que, como cuando la
Compañía del Anillo se rompió en Amon Hen, cerca de la cascada de Rauros, y cada
uno continuó su camino luchando por su cuenta. Pero, ya sea en la distancia o
en la cercanía, aquellos lazos formados por una causa que merecía la pena
encontraron la manera de reencontrarse con el tiempo.
No es la distancia lo que
provoca el olvido mientras existan ideales en el corazón que nos impulsen a
seguir adelante. Y hay causas que nos terminan acompañando allá a donde
vayamos.
