Banco de herramientas


En la simbología todo tiene un porqué y una razón de ser; hay lenguajes enteros construidos a partir de dibujos. Al final, ¿qué es una letra sino un trazo al que hemos otorgado un significado?

Algunos símbolos pesan más para unas personas que para otras. Una cruz no representa lo mismo para un cristiano occidental que para un budista o un musulmán. Somos nosotros quienes concedemos a los símbolos el poder que tienen.

Hay símbolos que nos recuerdan a personas que fueron importantes a lo largo de nuestra vida y que, aunque ya no estén, siguen acompañándonos. Personas que sentaron en nosotros las bases sobre las que hoy nos sostenemos no con pies de barro, sino con cimientos de hormigón armado.

Hace muchos años, hubo un hombre que, en su banco de herramientas, me desmontó un carburador para enseñarme sus tripas, abrió rodamientos para darme las bolas con las que jugaba a las canicas y puso una peonza girando sobre la palma de mi mano.

Donde quiera que esté ahora, allá arriba, diseminado entre el polvo estelar, seguro que nunca imaginó que aquel banco de herramientas acabaría convirtiéndose en la portada de una propuesta de patente industrial incluida en una tesis doctoral.

Qué fuerza tienen los símbolos para quienes deciden otorgársela y, sobre todo, qué fuertes pueden llegar a hacernos.