Mar de fondo


Todo camino llega, inevitablemente, a su fin. Y quizá sea así porque solo cerrando una etapa podemos atrevernos a iniciar otra.

Cuando hay mar de fondo, el océano devuelve a la orilla aquello que guarda en sus entrañas: algas, troncos, restos de naufragios y también toda la basura que el ser humano ha arrojado a sus aguas. El mar se limpia a sí mismo expulsando lo que le sobra, lo que no le pertenece. Quizá, del mismo modo, nosotros debamos aprender a dejar que salga a la superficie aquello que nos pesa.

Como diría Théoden: Si este es nuestro final, haré que rubriquen uno que permanezca en las memorias. Porque, en el fondo, lo que verdaderamente importa no es el desenlace, sino el sentido que damos a cada paso. 

Importa el propósito de nuestros actos, la razón por la que luchamos y aquello que, con esa lucha, tratamos de proteger.